Un turbio negocio

Por lo demás, Marina Castaño no parece un prodigio de luces en sus respuestas, que giran siempre en torno a esta idea por llamarla de algún modo: «Las cosas suceden sin que te enteres demasiado». Por su parte, Boris Yeltsin sigue dando que hablar después de que emergiera de las aguas del río Moskova con dos ramos de flores. Alberto Sotillo cuenta la última hora del suceso, desde Moscú, para ABC, y parece decantarse por la tesis de un turbio negocio sentimental, entreverado, desde luego, con el síndrome Rasputín que vive desde siempre La Santa Rusia. 

Así, un incondicional de Yeltsin aseguró al corresponsal: «¿Quién sabe?: Un hipnotizador, una persona con poderes ultrasensoriales pudo haberle inducido a hacer una serie de actos sin sentido para terminar de desacreditarle».

Más cerca, aunque en otra galaxia, Txillardegi, José Luis Alvarez Empananza, uno de los fundadores de ETA escribe en Egin un artículo titulado «De Arana-Goiri a sus seguidores oficiales», en el que recuerda el «ideario» de Sabino al PNV y a EA citando algunas de sus sentencias: «Siendo aún niño el gran Aníbal, juró ante los lares de su patria, mandado por su padre Amílcar, odio eterno a los romanos. Nosotros odiamos a España con toda nuestra alma»; «(España), esa nación corrompida en sus entrañas» o «Nuestra Patria Bizkaia pasó a ser una provincia española, una parte de la nación más degradada y abyecta de Europa». Y pregunta Txillardegui: «¿Qué opinan los dirigentes actuales del PNV y EA de estas tomas de posición del "maestro"? ¿Qué opinan los votantes de esos partidos, ante el abandono flagrante de los principios propugnados cuando salió a la palestra el PNV?». Por último, llama la atención el escatológico dibujo de Loredano en la última de El País: Sito Pons tirándose un cuesco, una ventosidad por el tubo natural de escape. 

Y para que no falte lo escabroso en todas y cada una de sus modalidades, en otra página del mismo periódico encontramos un bonito reportaje de Lluis Uría titulado «El bosque de Eros», referente al museo de esculturas eróticas que el artista Francesc "Xicu" Cabanyes ha instalado en el pueblo gerundense de Porqueres. Los títulos de las esculturas o «El cáliz felatorio» hablan por sí solos.

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