Hombrecitos con gabardina

Me pasa sólo de vez en cuando, y no debe ser muy grave, pero también a mí me pasa. Hoy, sin ir más lejos, mi deliberado desinterés por lo económico ha sucumbido nuevamente, lo confieso, ante el folletín que protagonizan de un tiempo a esta parte quienes vigilan, aconsejan, y fundamentalmente roban, desde alturas tan poco celestes como celestiales. 

Ha estallado otro, el quincuagésimo escándalo financiero, allí, en lo alto de la Torre Picasso (Dios confunda a todos sus promotores), y Alberto Cortina, que reúne prodigiosamente en sí mismo las contradictorias esencias del gran picador y el toro de casta que va solito al caballo todas las veces que haga falta, ha declarado a sus íntimos que si existe un pecado que no perdona es la traición (me toco las narices y me las encuentro bien, en su sitio).

Resulta que uno de esos misterioros agentes que, como una mala copia de la gente de Smiley, van arreando ahora las mulas del dinero nacional, se ha pasado con armas y bagajes nada más y nada menos que a Mario Conde, es decir, que ha abandonado la gabardina por la brillantina, y ya está liada, claro, para qué queremos más, porque a ver qué cuenta éste ahora, y a ver qué hace Conde, y a ver que las Koplowitz (que son las que mejor me caen en toda esta historia, qué se le va a hacer si una es una sentimental), y a ver si Martita se queda sin casa nueva e Isabelita, para cuyo marido, Miguel Boyer, siempre tengo un cariñoso recuerdo porque vivía en una casa de alquiler cuando él era ministro y dictaba aquellas leyes tan progresistas, sin cuartos de baño, y otra vez a aguantarles, con sus problemitas, y sus consejeritos, y sus yatecitos, y sus sexitos hasta en la sopa.

Y digo yo, ¿es qué estos señores no se han leído lo último de Eco? (porque yo sí, y me gasté unas pelas, e invertí casi una semana, y ni una ni otra cosa tienen ya remedio, de ahí mi afán, casi mi imperiosa necesidad de amortizar). Pues haber si se lo leen, y aprenden de una vez que los complots tienen que ser secretos para ser complots, y dejan de largar a todo el mundo sus miserias como si fueran porteras menopaúsicas, y eso que saldremos ganando todos los demás.

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