El sentido del ridículo

El 8 de enero llega a los cines El cónsul de Sodoma, una película que dará mucho que hablar. Para algunos, es el mayor escándalo cinematográfico de los últimos años. El público que asistió hace unos días al preestreno en Madrid aplaudió con entusiasmo al final de la proyección, e incluso muchos no pudieron contener el llanto.
En la película, basada en la biografía del poeta Jaime Gil de Biedma y escrita por Miguel Dalmau, se estrena como actriz Bimba Bosé, digna heredera del clan de toreros, músicos y artistas polifacéticos que componen una familia singular: los Bosé Dominguín.
Bimba, de 35 años, estudiante de ballet en su juventud, modelo carismática diferente a la escuálida maniquí al uso, empresaria de moda y mil cosas más, había hecho de todo menos cine.

«Estoy súper contenta y muy orgullosa de haber participado en una película así y que éste haya sido mi primer papel.
Y con un personaje rompedor que le va al pelo. Es Belle, la amante de Gil de Biedma, la única mujer con la que tuvo relaciones siendo homosexual declarado.
Respuesta.- Una actriz tiene que hacer de todo, pero para empezar, no está mal. El director arriesgó mucho porque yo no tenía experiencia, pero todavía tengo mucho que descubrir y trabajar
El cónsul de Sodoma, con Jordi Mollá como protagonista, se estrena cuando se cumplen 20 años de la muerte de Gil de Biedma, víctima del sida, poeta maldito, culto, liberal y valiente militante contra el franquismo. Su abuelo había sido ministro con la República. En su familia, hay otra política en activo, Esperanza Aguirre Gil de Biedma, presidenta de la Comunidad de Madrid.

Apuesto a que su desnudo dará mucho que hablar.
Bueno, con tantos miembros viriles como aparecen en la película y casi siempre empalmados, mi cuerpo es uno más y encima estoy en minoría.
¿Le costó desnudarse delante de todos los que estaban en el plató?
En absoluto y no es que presuma de eso, pero en la moda estás habituada a vestirte y desvestirte delante de mucha gente, no estás pendiente de quién mira y quién no, sólo importa que una cámara te pille en una mala postura. Pero Sigfrid Monleón, el director y todo el equipo me han cuidado un montón y el resultado es muy bello.

¿No le habían ofrecido antes hacer cine ?
Hubo dos proyectos, pero ese mundo no me llamaba mucho la atención. Uno de ellos fue hace un montón de años, para trabajar en El amante, la obra basada en la novela de Margueritte Duras y con Bruce Willis, nada menos. Unos amigos de mi madre propusieron mi nombre, pero el tema se quedó en nada y la película la hicieron otros.
A Eleanora Salvatore González, su familia italiana la llamó siempre Bimba, «niña»,y ahí se quedó, aunque su nombre verdadero resulta más elegante para algunos ambientes de la moda como Nueva York, donde ha trabajado como modelo desde que tenía 21 años. Su madre, Lucía, la hija mayor de Luis Miguel Dominguín y Lucía Bosé, y su padre, Sandro, un ingeniero italiano, vivieron con sus hijos en distintos lugares del mundo, como Estados Unidos, México o Inglaterra, y ese espíritu cosmopolita y nómada encaja perfectamente con la personalidad de Bimba y todo el clan Bosé Dominguín. «Del que me siento muy orgullosa. Ser miembro de esa familia me ha abierto muchas puertas, por eso me esfuerzo mucho por estar a su altura».

Las medidas de Bimba, 1,78 metros de estatura y 88-62-90 de pecho, cintura y caderas, la convierten en una mujer imponente, con un físico singular, entre andrógino, aparentemente agresivo y ambigüo, un poco garçon. Y sin embargo, es femenina y cercana, tiene mucho sentido del humor, buena educación, es trabajadora, llena de alegría de vivir y carente de todo divismo, cuando cualquier otra con esos genes, esos apellidos y ese curriculo familiar podría haberse montado una leyenda para vivir del cuento.
Yo soy más tímida que dura y a veces insegura, de ahí que pueda producir un efecto equivocado, aunque cada vez menos. Me psicoanalizo desde hace tiempo. En España eso se confunde con tener un problema o estar loco y no es así. Conocerte a ti mismo es bueno. Yo he tenido una infancia muy feliz. Era la primera hija, la primera nieta, la primera sobrina, era como la continuidad de los hermanos de mi madre. Por eso a Miguel y Paola los siento más como hermanos que como tíos.
¿Qué tiene de italiana? Porque me dice que se ha ido a pasar la Navidad a Italia.

La tierra tira. Mi padre es italiano. Mis dos abuelas también. La Bosé nació en Milán .La otra, la Salvatore, es romana. Además me encanta cocinar la pasta y se me da muy bien.
A pesar de su imagen vanguardista y moderna, Bimba tiene también de italiana un profundo sentido de la tradición, seguramente por eso se casó por la Iglesia con Diego Postigo, el padre de su hija Dora, que hoy tiene cinco años. Un chico de buena familia de Madrid, productor musical y fundador de The Cabriolets, la banda de blues, pop y soul con la que Bimba se inició hace pocos años en el mundo de la música.
El día de su boda también bautizaron a su hija Dora. Ambas ceremonias se celebraron en Rocamador, el hotel en el campo extremeño propiedad de Lucía y Carlos Tristancho, el segundo marido de su madre. La novia vistió un elegante conjunto de su amigo y socio el diseñador David Delfín, inspirado en un modelo de Dior de los años 40.

Aquel día Bimba lloró de emoción y felicidad. «Y eso que decía siempre que nunca me iba a casar. Hasta que sentí que era una necesidad que haría más firme nuestra relación. El matrimonio me ha dado madurez y serenidad Además, a mí me gusta la disciplina y que se respeten las costumbres».
Diego Postigo, su marido, y David Delfín, son los hombres más importantes de su vida, una relación en la que hay amistad, complicidad, negocios y relaciones afectivas. La pareja de Delfín es otro Postigo y Bimba añade: «David es mi hermano y mi socio. Hablamos mil veces al día aunque estemos al otro lado del mundo».
¿Cómo se las arregla para tener un marido, una niña y un grupo musical y no morir en el intento?
Me las arreglo sin más. Es cuestión de tener las prioridades claras. Mi marido forma parte de la banda, así que compartimos el 100% del tiempo, trabajo y vida las 24 horas del día. Si hay consenso y buena relación, estar juntos es una ventaja siempre que haya mucha generosidad.

¿Ser nieta de Luis Miguel Dominguín le hizo aficionarse a los toros ?
La verdad es que no. Me encanta el animal y la bestia, ver los toros en el campo es un lujo, pero no soy nada aficionada. Y mira que he ido a un par de corridas, lo he intentado, pero no he podido. Partiendo de que no me gusta que traten mal a los animales. Me encanta cuando indultan a los toros, es todo un gesto por parte del torero. Respeto la tradición y respeto la Fiesta, pero realmente hoy día ya no le veo sentido. Y hoy día creo que a los toreros les falta un compromiso fuerte, les veo más tipo estrellas.
No me imagino a Dominguín haciendo un catálogo para Dolce&Gabbana.
No sé, quién sabe. Yo también, gracias a mi nombre, soy modelo y cantante.
Me da la impresión que a veces no se entiende que en su imagen trasgresora hay mucho sentido del humor.

Pues claro, me encanta reírme de mi misma. El ridículo lo tengo muy a flor de piel. He pasado vergüenza con tantas cosas que prefiero sí avergonzarme pero de reírme, ¿sabes?
Los trajes que le diseña Delfín para los conciertos quieren parecer que va usted en pelota picada. Hasta tienen unos flecos que imitan el vello púbico.
¿Y no te encantan?
Bueno, son como una versión de lo que hace Madonna, es que usted no parece de este país.
Realmente están llenos de humor, pero hay muy poca gente que se da cuenta. A mí me encantó esa idea, me pareció una genialidad, pero igual para muchos se ha quedado en una anécdota.

¿Por que se cambia tanto el color de pelo, por imitar a su abuela?
No, es ella la que me imita a mí, es broma. Nos llevamos muy bien… cuando nos encontramos, porque la verdad es que ella no para y yo tampoco, así que nos vemos poco.
¿Le gustaría hacer cine con ella?
Bueno, lo que más. Aunque no he visto todas sus películas, me parece maravillosa.
Lucía Bosé siempre dice que le horroriza ejercer de abuela, que no quiere que lea hagan cuidar de sus nietos… ¿No suena un poco a provocación?
Seguramente porque, diga lo que diga, ella es muy italiana, muy mamma y más ahora que tiene una bisnieta. Pero en nuestra familia hay mucho de eso de renegar de cosas, de renunciar a lo familiar y a la posición que le ha tocado a cada uno. Oyes decir: «No es mi sobrina, es mi amiga» y cosas así. Mi abuela y Luis Miguel eran gente rompedora y moderna, aunque en el fondo tradicionales. Se casaron en Las Vegas pero cuando volvieron a España lo hicieron por la Iglesia.

¿El clan se reúne a menudo?
Somos un poco despegados en las formas y algo anárquicos, pero si pasa algo allí estamos como una piña. Hace poco estuvimos juntas las chicas de casa para un reportaje para Vanity Fair. Aprovechamos situaciones en que nos tenemos que reunir a la fuerza porque la verdad es que cada uno va por libre. Somos muy independientes.
¿Cómo es su hija Dora? ¿apunta maneras de artista?
Es preciosa, divertida, con el mismo sentido del humor de su padre. Le encanta la música y el cine, mira las películas una y otra vez. Ella será más actriz que yo, seguro. En todo caso, será lo que ella quiera. Mis hermanos y yo hemos vivido desde niños en un ambiente de artistas y eso influye, estás como predestinado.

¿Se vestiría alguna vez de alguien que no sea su amigo David Delfín?
Me encanta Dior, me gusta Margiela, adoro a Jean Paul Gaultier, pero en España tampoco es fácil conseguir su ropa. Para mí, David Delfín es más que un hermano y tengo con él un compromiso como imagen de marca, aunque no renuncio a otras firmas. Por ejemplo, me encanta Rangler para cosas de diario y vaqueros.
No la imagino vestida como la Princesa Letizia.
Pues no me queda mal, no creas, pero es importante sentirte cómoda

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