El asteroide de Ghadafi

El «Manifiesto comunista» costaba una peseta, pero en la Casa del Pueblo, en plena Palanca (la herramienta del barrenador dio nombre al barrio chino bilbaíno) se podía leer gratis. 

Hoy los socialistas vascos se parecen a Varela, Alonso y Perezagua (que se pasó al PCE) como los peneuvistas de todo signo a los jelkides inaugurales: admítase, qué menos, que el tiempo ha transcurrido para todos; tanto, que el PSE-PSOE, que va de ortodoxo -heterodoxo?- no logró hace unos años la cabecera de «El Liberal» de don Inda Prieto, el asturiano que vino a desovar al Nervión. Balones republicanos. A todo esto la Vizcaya metalúrgica incurre en liverpoolismo y para 1907 ya rueda por las playas la pelota de balompié. 

Aguirre Lekube, el primer lehendakari, corría la banda cosa fina con la camisola del Athletic. Tuvo que colgar las botas poco después de que puños eibarreses (Toribio Etxeberria, Bascaran) izaran la tricolor republicana que Mola traicionó.

Con olfato histórico, el nacionalismo se alista con el Frente Popular obviando que emitía moneda propia y desmarcándose de un Luis Arana que, fosilizado en el espejismo bizkaitarra, dice que ésa no es la guerra de Euzkadi, opinión.que reniega la vasquidad de los requetés navarros. 

Estos, furiosos contra el «Estatuto ateo», embisten por Irun y Oiartzun y pasan por las armas a dieciséis curas. Un cierto anticlericalismo a la violenta te susurra, luego, que aquí no se quemaban iglesias. Ignorando los conventos y parroquias de Durango, perforados por las bombas nazis. Breve corolario. Reside el peligro en que a los nacionalismos se les condene a divinis cuando no se reduzcan al ridículo fervor provinciano. La quintaesencia vasca se debe a su condición de crisol cosmopolita. 

Se aspira a interdepender con otros pueblos ibéricos de forma libre, libertaria. No hay vida neumática en este armónico caos de la comunicación. Esta es la burbuja de albaneses incestuosos, el asteroide de Ghadafi, la caverna de alienígenas egoístas. Al circunspecto Pujol, qué será, nadie le dirige arengas góticas. Es que ni le regañan. Yo les cortaba el suministro de guardametas.

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