Saints Row The Third llega dispuesto a desmarcarse de esa etiqueta que le pusieron a la saga como un juego de estilo GTA pero que no terminaba de cuajar por no tener personalidad propia. Volition y THQ nos traen un título de lo más particular, que no dejará indiferente a nadie. Su estilo macarra y la renuncia al realismo consiguen ofrecer unos momentazos absurdos y, a la vez, divertidísimos.
En un juego de estas características, la historia suele ser lo de menos. Este no es la excepción. Pero bueno, para el que quiera saberlo, Saints Row The Third nos involucra de lleno en una batalla de bandas callejeras en Steelport que nos durará en torno a las 20 horas. El pero de las misiones principales es la poca libertad de acción, y más si lo comparamos con el resto de actividades que se nos permite hacer fuera del hilo principal de la historia.
Lo que más destaca es la cantidad de misiones secundarias, a cada cual más surrealista. Eso sí, esta falta de realismo y el exceso de desmadre no significan que no sea un buen juego de acción en entorno abierto, porque lo es. Además, en cuanto a su apartado visual, no es el juego más espectacular que hayamos visto, pero cuenta con un estilo gráfico desenfadado y carismático, acorde con el resto.
En tema de personalización, ofrece un sistema para ganar dinero con la resolución de objetivos y mejorar así las habilidades de nuestro personaje y comprar nuevas armas, vehículos, gadgets o propiedades inmobiliarias. Porque sí, a veces es más sencillo gobernar una ciudad gracias a la posesión de terrenos que a través del uso y el abuso de las armas.
Por si fuera poco, dispone también de otros modos, uno cooperativo y otro competitivo, éste llamado Whored Mode, que siempre es un añadido bien recibido para aquel que quiera alargar la vida del juego.
En un juego de estas características, la historia suele ser lo de menos. Este no es la excepción. Pero bueno, para el que quiera saberlo, Saints Row The Third nos involucra de lleno en una batalla de bandas callejeras en Steelport que nos durará en torno a las 20 horas. El pero de las misiones principales es la poca libertad de acción, y más si lo comparamos con el resto de actividades que se nos permite hacer fuera del hilo principal de la historia.
Lo que más destaca es la cantidad de misiones secundarias, a cada cual más surrealista. Eso sí, esta falta de realismo y el exceso de desmadre no significan que no sea un buen juego de acción en entorno abierto, porque lo es. Además, en cuanto a su apartado visual, no es el juego más espectacular que hayamos visto, pero cuenta con un estilo gráfico desenfadado y carismático, acorde con el resto.
En tema de personalización, ofrece un sistema para ganar dinero con la resolución de objetivos y mejorar así las habilidades de nuestro personaje y comprar nuevas armas, vehículos, gadgets o propiedades inmobiliarias. Porque sí, a veces es más sencillo gobernar una ciudad gracias a la posesión de terrenos que a través del uso y el abuso de las armas.
Por si fuera poco, dispone también de otros modos, uno cooperativo y otro competitivo, éste llamado Whored Mode, que siempre es un añadido bien recibido para aquel que quiera alargar la vida del juego.
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